Vivir en una comunidad aislada en los Andes puede parecer una situación perfecta en este escenario pandémico, pero en nuestros países es exactamente lo contrario. Los bloqueos de caminos y la prohibición del tránsito afectan directamente la disponibilidad de alimentos frescos, y más temprano que tarde, otros artículos esenciales como las garrafas de gas se vuelven escasos, amenazando su forma de vida. Por eso, algunas personas que viven en comunidades aisladas optan por pasar la cuarentena en casas de sus familiares en las ciudades cercanas, aumentando su exposición al virus. Esto crea un gran riesgo, dado que cuando la cuarentena termine regresarán a sus poblados de origen pudiendo transportar el virus a un espacio comunitario, donde el aislamiento social es un concepto imposible de implementar. Para hacer la situación más compleja, la realidad de las salas médico-sanitarias en las comunidades, cuando existen, es que no tienen los recursos básicos para identificar o tratar la enfermedad.
Por todas estas razones, en AGA estamos en contacto con las comunidades con las que trabajamos, buscando la manera de proporcionarles los elementos básicos que necesitan. En primer lugar, estamos creando material informativo con información fácil de interpretar y adaptada a su realidad. Enviaremos este material a los jefes de la comunidad para que lo distribuyan entre los residentes. En segundo lugar, estamos trabajando en la adquisición de suministros médicos básicos según las necesidades de cada comunidad, barbijos, termómetros,, etc.
Las personas que viven en estas comunidades son nuestros amigos y también nuestros aliados en la conservación del gato andino y su entorno. Por eso, en este momento de necesidad en el que más se siente el abandono del Gobierno, queremos mostrarles que realmente queremos ayudarles en todos los aspectos de sus vidas. Estamos en esto juntos, dondequiera que estemos en el mundo.