Después de más de un año, finalmente visitamos a las artesanas de Lagunillas del Farallón. Fue un encuentro emotivo en el cual la distancia social y las máscaras no nos impidieron atesorar cada momento juntas.
Pudimos entregar por fin, la cardadora manual, que había estado tanto tiempo esperando en una caja en la oficina. Esta herramienta ayudará a las artesanas a realizar su trabajo de forma más fácil, eficiente y rápida, teniendo no solo un impacto en lo metodológico, sino que proporcionó mucho más: la esperanza de un futuro mejor.
Fue asombroso ver cómo se llenaban de alegría, desarrollando planes y nuevos proyectos de expansión del programa. Hacer el trabajo de campo también fue muy satisfactorio, la majestuosidad de los Andes y su brillante sol, recargó nuestras energías para seguir trabajando por la conservación de uno de los felinos más amenazados del continente americano.