Podés recorrer la Puna una y otra vez. Volver al mismo lugar, pararte sobre la misma roca, incluso en las mismas estaciones o en los mismos días del año. Pero nunca será igual. Cada viaje tiene algo irrepetible: el juego de luces sobre los cerros, el viento, la temperatura, quién nos acompaña, o incluso el ánimo con el que nos enfrentamos al paisaje.
A veces, entre tanto silencio y vastedad, un ave, un reptil o un mamífero surge como un regalo inesperado. Sin embargo, hay secretos que la naturaleza guarda con más recelo. Algunos que, por más que se los busque con perseverancia, sólo se revelan a unos pocos afortunados.
Gracias a la experiencia de Juan Reppucci, miembro de la Alianza Gato Andino, quien lleva años estudiando a esta especie, y con el acompañamiento del guía de Socompa Luis Giramonti, se instalaron cámaras en zonas cercanas a El Peñón, en la provincia de Catamarca.
Días después, Luis regresó al sitio junto a un pasajero italiano para revisar una de las cámaras y reprogramarla. Fue entonces cuando el gato andino quedó registrado al día siguiente. Una prueba de cuán cerca pueden estar estos felinos esquivos, aun cuando nuestros sentidos no los perciban.
Este hallazgo no solo es un hito, sino también el inicio de una alianza a largo plazo. La Alianza Gato Andino y Socompa proyectan continuar trabajando juntos para: Desarrollar nuevas áreas de monitoreo de la especie, fortalecer la educación ambiental en comunidades locales, Impulsar un turismo consciente, respetuoso, y conectado con la conservación.
Cada paso en esta alianza nos acerca no sólo al conocimiento y protección de una especie en peligro, sino también a la construcción de un modelo de turismo que valora el silencio, la espera… y da lugar a la sorpresa.